En primer lugar, debo agradecer a la familia de Ramón, especialmente a su hija María y a Cristina, su esposa, que me hayan invitado al homenaje a mi maestro. Para mí es un honor y una enorme satisfacción poder acompañarles hoy. Dicho esto, les hablaré del hombre que yo conocí. Intentaré ser breve, no se preocupen:no vengo a contar su vida, sino a celebrarla.