La voz de los instrumentos en manos de los juglares
Resumen
Lo profano y lo religioso en la imago musicae medieval conviven y se alternan con la naturalidad que la retórica y los sermones de la época nos dictan: equilibrio y armonía de la más pura esencia boeciana, por un lado, y desequilibrio y transgresión en el mensaje de la música que los juglares transmiten. La Iglesia no ha dejado nunca de condenar aquellas prácticas en el templo y en la calle, o la intromisión de lo profano dentro de la liturgia, aunque, por la propia curiositas —como recalca S. Moralejo— y por la fascinación de la transgresión que la Musica instrumentalis genera, también fueron merecedores de tener su catequesis en piedra. Los juglares del refectorio del Palacio de Gelmírez (s. XIII) ofrecen un buen modelo para estudiar y ejemplificar aquellas interferencias de uno y otro nivel moral, así como una estampa de contenido realista al tiempo que simbólico.